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El Sr. D. Pablo Buitrago comenzó su estudio en el Budo con 21 años; practico Aikido durante bastantes años, formándose con diferentes senseis durante ese tiempo. En la actualidad reside en la provincia de Murcia, (España), donde sigue su aventura de profundizar en la Vía del Budo.

        Desde nuestra redacción le damos las gracias por brindarse a escribir en nuestro boletín, manifestando su experiencia y vivencia dentro del campo del Aikido.

Sr. D. Pablo Buitrago

Sr. D. Pablo Buitrago.

Proyección de Aikido.

¿Marcialidad?

        Asisto de nuevo al eterno dilema del aikidoka sobre la marcialidad y asimismo de nuevo vuelvo a escuchar discusiones entre aikidokas (algunas veces muy acaloradas) sobre la marcialidad de tal o cual maestro. Y se me ocurre preguntarme si en otras Artes marciales la gente tiene esa misma preocupación.

Kumite de Karate.

        Un karateka nunca se preguntara si un Tsuki es marcial o no, solamente lo hará con la mayor contundencia y resolución posible; un kendoka no se preguntará si cuando entra con la firme intención de alcanzar a su rival es marcial, es más, un kendoka no se preguntara si su Arte es "resolutivo", ¡vaya palabra!

Randori de Kendo.

        Todos sabemos que el Kendo no sirve para defenderse en la calle, pero nadie duda sobre la marcialidad del Kendo; el Aikido se parece más al Karate, ya que solo disponemos de nuestro propio cuerpo para combatir, es decir, no vehiculizamos nuestra expresión "guerrera" mediante un arma, solo con nuestro cuerpo, es entonces cuando asoman nuestras primeras dudas.

        Por una parte nos impresionan los maestros que manteniendo una vigilancia poderosa con su presencia severa, marcan los Atemis cuando aparece un punto débil. Incluso nos parecen muy marciales cuando nos amonestan en voz alta por nuestros errores y nosotros adoptamos el rol de conejos asustados; algunos incluso se permiten el lujo de despreciar a aquellos maestros que hacen mayor hincapié en la fluidez de nuestros movimientos y no marcan Atemis.

Sumo.

        Es entonces cuando se reúnen los entendidos y hablan de Aikido evolucionado, y les parece blasfemo "parar" una técnica para golpear, ¡que rudo!

        ¿A que estamos jugando?

        ¿Quienes somos nosotros para juzgar el trabajo de maestros que llevan años de dura práctica y más dura enseñanza?

        ¿Tanto entendemos para discernir la marcialidad de los mismos?

Tsuki pleno de Kendo.

        No será esta búsqueda un síntoma de la desconfianza que nos genera este método de Budo. No será que dudamos de que lo que estamos haciendo sirva para algo en caso de un conflicto real; -sí, he dicho conflicto real-, otra palabra prohibida. Se nos llena la boca diciendo que el Aikido esta por encima de eso, pero no la perdemos de vista con el rabillo del ojo, esto no les pasa a los kendokas, son un poquillo mas claros en sus planteamientos, ni a los karatekas, ellos saben que el karate no es para pelearse, pero si tienen que hacerlo....

        Creo que el aikidoka debe borrar la palabra "marcial" de su diccionario, le induce a pensamientos erróneos y a adoptar poses morales y físicas. Erguimos nuestras espaldas, tratamos con displicencia a nuestros compañeros, hasta algunos fruncen el ceño y pone caras de enfadados cuando practican ¡que marcial! ¡Que patético!

        Tras cierto tiempo de práctica abandoné el mundo del Aikido, atrás deje alumnos y algunos amigos. Me fui amargado con la sensación de no haber entendido nada. Fue entonces cuando por casualidad conocí una escuela antigua de sable, (me tenéis que disculpar pero no recuerdo el nombre), me sorprendió mucho la hospitalidad con la que me recibieron los compañeros aun no conociéndome de nada, pero aun me sorprendió más su actitud durante la práctica, me pareció "aséptica" ellos no expresaban nada solo hacían.

        Empecé la practica en solitario pues vivía muy lejos de la escuela, solo tras tomar distancia física y mental con todo lo experimentado hasta ese momento, pude ver este asunto con un poco más de claridad. Cuando podía practicar con mis compañeros de escuela, me di cuenta que mi intención inicial era la de avasallarlos con todo mi bagaje, (no de manera consciente por supuesto), descubrí que esas personas -aparentemente no marciales-, respondían a todos mis ataques con templanza y es más, frecuentemente y sin saber como me encontraba con un bokken firmemente apoyado sobre mi cuello, ellos no tenían intención, solamente ESTABAN, solamente HACIAN.

Kashima Shintô-ryû.

        ¡Descubrí la práctica por la práctica! Caí en la cuenta que la única manera que tenia de aprender era repetir una y mil veces el movimiento aprendido y combatir el tedio que me producían esas repeticiones, era mi lucha diaria, las nuevas adquisiciones de conocimientos se me daban con cuentagotas y yo intentaba aprovecharlas al máximo.

        Cuando te cuesta tanto aprender algo lo respetas mucho y cuando eso sucede, -la práctica toma otro cariz-, se crea la disposición a aprender y trabajar, respetas y adoras lo que haces y no estas dispuesto a dejarlo ni que nadie interfiera, ni lo mancille con su ignorancia o su estupidez.

        Dice un principio de la termodinámica que el calor es la manifestación externa de la energía y eso es perfectamente extrapolable a nuestro tema.

        La disposición que tenemos a realizar algo nace de la práctica continuada y del respeto a lo que practicamos y eso genera una seguridad, un estado de ánimo, eso es captado por los que están a nuestro alrededor, algunas veces se manifiesta de forma sutil y otras de forma más expresa.

        Cada individuo es distinto, algunos lo expresan con fiereza y otros con templanza, los hay que intentan imitar tomando atajos, eso que ven y se quedan en una triste pose. No entienden que eso que sale al exterior es fruto de un trabajo muy profundo. Algunos lo llaman marcialidad, a mi me gusta más la palabra sinceridad.

Pablo Buitrago Garai, noviembre de 2009.

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Kashima Shintô-ryû.

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