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Jorge A. González, es estudiante del Dojo Kuubukan de El Sauzal donde cursa su formación.

        Jorge es una persona muy comprometida con la práctica y con nuestro Dojo, a pesar de su noviciado. Emplea mucha energía y esfuerzos en captar la sutileza del Aikido, le agradecemos desde nuestro boletín su contribución para la motivación de todos nuestros lectores noveles con su experiencia.

Sr. D. Jorge Antonio González Guzmán
Doshu Kisshomaru Ueshiba

Doshu Kisshomaru Ueshiba.

De cómo la práctica del Aikido me ayuda a conducir mejor

        El Aikido es un arte marcial a cuya práctica acuden muchas personas por diversidad de razones: algunos para mejorar su condición física, otros para la defensa personal, otros para ocupar su tiempo libre y hacer amistades; por supuesto también hay quienes se acercan a la práctica como método de superación personal, puesto que en la misma, no sólo se desarrolla el plano físico de cada persona, sino también el mental y el espiritual.

        Con voluntad, determinación, constancia, en definitiva, con disciplina, cualquier persona puede irse superando y mejorando a la hora de aplicar las distintas técnicas, y en su manejo de la energía corporal. Por lo tanto el trabajo constante sobre el Tatami es lo que determinará la evolución personal; por supuesto, la velocidad de la progresión también dependerá de las cualidades innatas de cada persona.

        Sin embargo el Tatami no es el único sitio en donde se pueden poner en práctica; las técnicas y beneficios aportados por el trabajo en el Aikido, también pueden aplicarse en nuestra vida diaria, esto quiere decir, que en principio cualquier lugar es bueno para practicar algún aspecto del Aikido. En mi caso concreto y no sé realmente por que razón he comenzado una práctica concreta cuando estoy conduciendo en el coche.

Biografía del Maestro Taisen Deshimaru

Roshi Taisen Deshimaru.

Doshu Moriteru Ueshiba

Doshu Moriteru Ueshiba.

        La idea posiblemente partió de las clases de Aikido, sobre el Tatami, concretamente cuando realizamos un ejercicio de gran dificultad para mí, el cual se lleva a cabo al final de cada clase: es el Kokyu – Ho.

        En este ejercicio, los dos compañeros que lo practican deben inicialmente sentarse en seiza; a continuación, uke coge de los antebrazos a tori de tal manera que las palmas de las manos siempre estén en contacto con ellos, y ejerce “presión” sobre él; por su parte, tori, con el poder de la respiración y el uso de la estructura debe ser capaz de desplazar lateralmente a uke y así “devolverle la presión”; se que esta forma de hablar no es muy correcta e incluso lleve a alguna confusión, pero espero que se me permita por todavía tener el estatus de “novato” dentro del Dojo.

        Una de las finalidades de este ejercicio según he creído entender es que aprendamos a que el Ki fluya desde nuestro centro hasta nuestras manos, para lo cual todo nuestro cuerpo y en especial los hombros y los brazos deben estar relajados, para facilitar ese flujo, ya que no se trata de un ejercicio de fuerza, es decir el desplazar lateralmente al compañero no se realiza con la fuerza bruta. Lo que me ocurre a mí cuando llevo a cabo el ejercicio es que, aunque lo intento, los brazos y los hombros se tensan y luego de algunas repeticiones he de soltar al compañero ya que no aguanto y me canso de forma prematura. La verdad que este ejercicio de apariencia sencilla, es para mi uno de los más complicados.

Kokyu – Ho.

        De esta manera, un día, mientras estaba conduciendo, se me ocurrió intentar relajar los hombros y los brazos, tal como lo intentaba al hacer el Kokyu – Ho; posiblemente el conducir con las dos manos aferradas al volante en cierta manera es una posición que recuerda a la práctica del ejercicio en el Tatami. En muchas ocasiones he notado que los brazos se tensan en exceso cuando estoy conduciendo, en especial cuando realizo alguna maniobra de cierta dificultad para mí, como la de tener que adelantar en autopista o autovía a otro coche por la izquierda, en un tramo en donde la autopista presenta una curva, sobre todo si como es habitual, ese adelantamiento se produce cerca de la velocidad máxima permitida (100 o 120 km/h);

        a veces incluso evito hacer ese adelantamiento porque me pongo muy nervioso y me invade una sensación de inseguridad al pensar lo que ocurriría si pierdo el control del coche en esas condiciones; además algunas curvas de esas se las traen, ya que en su trazado posiblemente se hayan producido errores o porque a lo mejor no ha quedado más remedio que construirlas así.

        Bueno volvamos a lo que veníamos contando, ya que esto se está pareciendo a un artículo de seguridad vial, y sin relación con el Aikido, que es de lo que hemos venido a escribir aquí.

        Como comenté antes, intenté mientras conducía relajar brazos, hombros y también mediante la respiración pausada y calmada relajar en la medida de mis posibilidades el resto del cuerpo y mi mente. Aunque tuve esta sensación en un breve instante de tiempo, sentí una tranquilidad y una seguridad que no había experimentado antes en circunstancias similares.

Sr. D. Jorge González

Jorge González realizando una proyección en Kokyu nage.

        Por supuesto al relajar los brazos intenté además tener la sensación de contacto de mis manos y el volante en todo momento, sólo que sin apretar en exceso, sin estar crispado ni tenso, descubrí además, que podía incluso en aquella situación que antes tanto me ponía nervioso del adelantamiento en curvas, hacer que sólo uno de los brazos “mandara” en la maniobra mientras el otro sólo seguía las directrices, es decir no hacía falta tener agarrado el volante fuertemente con las dos manos, con mucha tensión “para ganar seguridad”. Al contrario, me he dado cuenta de que una excesiva tensión al agarrar el volante es hasta contraproducente, ya que la tensión excesiva no te permite reaccionar más eficazmente a algún cambio en el trazado a medida que estas girando, e incluso tu mente también se tensa, lo cual hace que en esos momentos el conducir no sea agradable y para mi hasta inseguro.

        A medida que sigo practicando esta forma de conducir aumenta mi tranquilidad y me hace sentirme más seguro al volante. Por supuesto, estas sensaciones de las que estoy hablando no siempre se consiguen; es decir no siempre logro relajarme, ya que no se trata de conducir de una forma durante muchos años y de repente logra uno hacerlo mejor en todas las circunstancias; se trata más bien de una situación que poco a poco se va produciendo con algo más de frecuencia. También, a medida que se va llevando a cabo, cada vez más, da pie a profundizar e intentar por ejemplo que se produzca el flujo del Ki hacia las manos, es decir intento aumentar en la medida de mi escaso bagaje mi sensibilidad, esto último con escaso éxito por el momento . A veces, durante unos instantes muy, muy breves se consigue una sensación agradable de “haber conectado con el coche y formar una unidad con él”. Quizá esto parece una tontería pero esa es la sensación que me ha producido.

        En resumen, en este pequeño artículo he intentado contar, que he aplicado algunos consejos que nuestro Sensei nos ha comentado en la práctica del Aikido, tales como mantener el contacto, intentar mejorar la sensibilidad, no crispar ni tensionar e intentar relajarnos en una situación en la que normalmente estamos tensos como en mi caso lo es el conducir. De ello ha resultado el que realice esa actividad con más tranquilidad y seguridad, es decir he obtenido un beneficio en mi vida diaria de forma indirecta a través de la práctica.

        Si sigo practicando y logro mejorar en esta especie de práctica externa, espero que con el tiempo, cuando vuelva al Tatami (ahora estoy en el dique seco por una lesión en la rodilla) esto revierta de nuevo a la práctica del Aikido, ya que pienso que si logro mejorar mi sensibilidad y en general, si consigo hacer bien todo lo que estoy intentando hacer en la conducción, posiblemente mejore mi práctica personal en las clases.

Tatami para la práctica del Aikido

Tatami para la práctica del Aikido.

        Poniendo un poco la mente o la imaginación a trabajar, quizá en realidad el Tatami y los lugares en donde se desarrolla nuestra vida cotidiana sean zonas complementarias, lo que aprendemos en el Tatami lo podemos aplicar para mejorar en nuestra casa, nuestro trabajo, etc. y viceversa. Posiblemente sea este uno de los múltiples aspectos que podemos desarrollar al practicar el Aikido.

        Finalmente deseo dar las gracias a la redacción de Aiki – Publis por permitirme compartir esta experiencia con todos ustedes.

Jorge A. González Guzmán. Abril de 2010.

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