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Esta es la continuación del artículo “La Meditación, el Camino hacia el Ser, 2ª parte”, por nuestro Sensei Ishana Pérez.

        En esta parte trata el capítulo II del Dhammapada, concretamente el apartado sobre “La Atención”, (los versos del Dhammapada van en color azul), aspecto muy relacionado con cualquier tipo de meditación o Arte Marcial.

        El anterior (que dio la visón del Bhagavad Gîtâ con los comentarios de Sankaracharya) se publicó el mes de abril de 2012 en nuestro boletín Aiki-Publis.

        Esperamos con ello que todo aquel que quiera iniciarse en la meditación encuentre en este escrito claves que le motiven.

La Meditación, el Camino hacia el Ser, 2ª parte.

Dhammapada

        Capítulo II: La Atención

        21. La atención es el camino hacia la inmortalidad; la inatención es el sendero hacia la muerte. Los que están atentos no mueren; los inatentos son como si ya hubieran muerto.

        Esto nos puede parecer impactante como el verso del comienzo (el autor se refiere a la 1º parte del artículo), pero acaso esto no es cierto cada día en nuestras carreteras y en determinados puestos de trabajo. Entonces, tiene o no tiene vigencia el hecho de perder la atención que puede significar el fin de nuestra existencia.

        Esto es la aplicación de la atención en lo cotidiano, y si lo realizamos de esa manera, es cuando hay un salto hacia la inmortalidad.

        22. Distinguiendo esto claramente, los sabios se establecen en la atención y se deleitan con la atención, disfrutando del terreno de los Nobles.

        La atención plena es el primer factor de la iluminación dentro del Budismo, pero, ¿qué quiere decir eso?

        “Podríamos decir que la atención plena es la consciencia clara de lo que ocurre instante tras instante… vivir plenamente atento significa, en definitiva, vivir de un modo despierto y lleno de sentido”, (Vipassana, J. Goldstein y J. Kornfield, pág. 120).

        Y ¿cuál es el deleite de esta actitud?

        El gozo viene por una predisposición a tener un corazón alegre para afrontar tanto el ejercicio de la meditación al igual que la vida normal. Esto nos lleva a una apretura expansiva para considerar los asuntos con la mayor amplitud posible, eso quiere decir, que no hay prejuicio ni un atarse-apegarse a las cosas y a las situaciones, y de esta manera se llega a la visión cabal.

        23. Aquel que medita constantemente y persevera, se libera de las ataduras y obtiene el supremo Nibbana.

        Pero, ¿cuál es la razón por la que debemos meditar?

        Por expandir nuestro potencial oculto, latente o dormido, por encontrar el equilibrio y por investigar nuestra real naturaleza.

Información sobre el Venerable Mahashi Sayadaw

Venerable Mahashi Sayadaw.

        Esta expansión tiene que comenzar con el despertar de nuestro cuerpo y de nuestros sentidos, ya que en el mayor de los casos están embotados, anquilosados y no hacen bien su función, bien por: formas de pensar toxicas, hábitos de vida malsanos, mala alimentación, etc., hay que poner el vehículo en estado optimo, de esta manera también comenzamos ajustando nuestra atención, ya que lo más usual es que en este comienzo esté totalmente dispersa.

        La meditación es un viaje a través de nosotros y con nosotros mismos, por tal circunstancia vamos a contemplar una gran gama de autopaisajes, unos nos gustarán y otros no, bien, el equilibrio comienza no teniendo ni aceptación ni rechazo. Las cosas van a estar queramos o no, solo nosotros tenemos el poder de implicarnos o de observarlas de una manera ecuánime.

        El objetivo real de la meditación es saber cuál es nuestra verdadera identidad, por eso hay que volcar todos nuestros esfuerzos en esa investigación, pero hay que tener cuidado porque, “Solemos confundir la experiencia con las ideas que nos forjamos sobre ella y, en este sentido, un aspecto fundamental de la práctica meditativa consiste en aprender a diferenciar entre el nivel de la conceptualización y el nivel de la experiencia directa” (Vipassana, J. Goldstein y J. Kornfield, pág. 50), que es lo realmente importante, los conceptos siguen siendo cortinas de humo que no nos dejar ver lo real.

        24. Gloria para aquel que se esfuerza, permanece vigilante, es puro en conducta, considerado, autocontrolado, recto en su forma de vida y capaz de permanecer en creciente atención.

        El recto esfuerzo es la clave del éxito. El otro día hablando con un estudiante ya veterano en nuestra escuela, me comentaba que después de tantos años de práctica su conclusión era que el escollo que veía en los estudiantes nuevos era la poca capacidad para mantenerse en la disciplina, ¡les cuesta mucho el esfuerzo de la asiduidad!, comentaba.

        Pero, ¿qué es el recto esfuerzo?

        “Es el primer paso en la práctica de bhâvanâ -desarrollo mental, meditación-. La mente es fácilmente vencida por la ignorancia y dominada por el deseo y la aversión. Tenemos que fortalecerla de algún modo para que se vuelva firme y estable, para que se convierta en una herramienta útil que nos sirva para examinar los niveles más sutiles de nuestra naturaleza para revelarnos primero y después eliminar nuestros condicionamientos”, (La Vipassana, William Hart, pág. 102).

         Sin esfuerzo no se produce la conquista, pero si se vence esa apatía inicial descubriremos que el esfuerzo genera energía, y ese combustible hay que emplearlo para cultivar y fortalecer nuestros límites y superarlos.

        25. A través del esfuerzo, la diligencia, la disciplina y el autocontrol, que el hombre sabio haga de sí mismo una isla que ninguna inundación pueda anegar.

        “Existen tres tipos de esfuerzo. Hay un esfuerzo preliminar, que está ligado a la decisión y la voluntad de emprender un camino auténtico de descubrimiento; existe el esfuerzo liberador o trascendente, que tiene que ver con la actitud resuelta que impide que vacilemos o seamos disuadidos en tiempos difíciles; y también existe el esfuerzo progresivo o desarrollado, un tipo de esfuerzo que no decrece ni se estanca sino que termina conduciéndonos a la liberación”, (Vipassana, J. Goldstein y J. Kornfield, pág. 227).

        26. El ignorante es indulgente con la inatención; el hombre sabio custodia la atención como el mayor tesoro.

        Esa es la gran diferencia entre aquel que tiene verdadera hambre por la superación y aquel que es presa de una moda pasajera, ficticia y descafeinada, que desgraciadamente abunda mucho estos días.

        Digo esto porque me tropiezo últimamente muchas personas que dicen hacer meditación, pero la realizan de vez en cuando o por temporadas. Lo que quiero decir es que las cosas se hacen o no se hacen, porque esa actitud no les va a llevar muy lejos, esto puede pasar por no regular la vida para disponer de ese espacio-tiempo, que concuerda con el primer tipo de esfuerzo que hay que realizar que se habló más atrás; por estar disfrutando de la moda del momento preferida por su ídolo, -actor, cantante-, etc.

        27. No os recreéis en la negligencia. No intiméis con los placeres sensoriales. El hombre que medita con diligencia, verdaderamente alcanza mucha felicidad.

        Hay cinco obstáculos que dificultan nuestro avance:

        El primero de ellos es el deseo de placeres sensoriales.

        El segundo es la aversión, el odio, la ira, la mala voluntad.

        El tercero es la pereza, la indolencia, la opacidad mental, la falta de vitalidad, la confusión, el adormecimiento.

        El cuarto es la inquietud, el nerviosismo, la ansiedad, la preocupación.

        El quinto es la duda, y esta se divide en: dudar sobre nuestra propia capacidad, sobre el proceso, sobre los que nos enseñan (hablo de gente sincera y honrada -que los hay-, no de charlatanes, explotadores y vividores, que de estos últimos más que dudar, hay que salir corriendo si te tropiezas con alguno) e incluso sobre la propia disciplina.

        28. Cuando un sabio supera la inatención cultivando la atención, libre de tribulaciones, asciende al palacio de la sabiduría y observa a la gente sufriente como el sabio montañero contempla a los ignorantes que están abajo.

        Es interesante dedicar un día a la autoobservación ecuánime de todo aquello que nos sucede, quiero decir, se trata de observar y tomar consciencia de todo lo que se presente por pequeño que sea lo que se haga:

        - Al abrir los ojos por la mañana sentir en la postura que se ha despertado, sobre qué lado está apoyado el cuerpo, etc.

        - Al caminar ser consciente de cómo se apoyan los pies...

        - Al cepillarse los dientes, el contacto del cepillo y la pasta en la boca...

        - Al ducharse la sensación del agua en la piel...

        - Qué calida tiene nuestro movimiento al ir al trabajo y al desenvolvernos durante el día.

        - Cómo reacciona ante el aburrimiento.

        - La soledad, ¿Qué sentimientos manifiesta?

        - Qué tensión se tiene en los músculos, ¿se crispan por alguna parte en especial?

        - Cuándo se tiene hambre buscar la razón del deseo que impulsa a saciarla.

        - Y si no puedes comer en ese momento que te apetece, ¿qué malestar suscita?

        - Cuando se retorna a casa, ¿cuál es la sensación?

        - Seguir con el mismo proceso hasta acostarnos en una determinada postura hasta que llegue el sueño.

        En todo este proceso no hay que hacer ni juicios ni valores, solamente observar con ecuanimidad y sentir.

        29. Atento entre los inatentos, plenamente despierto entre los dormidos, el sabio avanza como un corcel de carreras se adelanta sobre un jamelgo decrépito.

        “Una comprensión que se logra con la experiencia directa de la verdad en lo más hondo. Esto es lo que el Buda llamaba yathâ-bhûta-ñâna-dassana -la sabiduría que surge de observar la realidad tal como es-. Con esta sabiduría se puede emerger del sufrimiento. Cada sensación que se produzca sólo dará lugar a la comprensión de la impermanencia, cesan todas las reacciones, todos los sankhâras de deseo y aversión. Aprendiendo a observar objetivamente la realidad, dejamos de crearnos sufrimiento”, (La Vipassana, William Hart, pág. 144).

        30. Por permanecer alerta, Indra se impuso a los dieses. Así, la atención es elogiada y la negligencia subestimada.

        Muchas veces nuestra capacidad de alerta está ausente o se vuelve opaca, dicho de otra manera, perdemos visión cabal sobre nuestra realidad, como en el verso 21 del comienzo. El hecho de no pensar en la muerte es un ejemplo, máxime cuando a cada instante estamos muriendo, esto significa que todavía no somos conscientes de la impermanencia de todo aquello que nos rodea.

        31. El monje que se deleita en la atención y observa con temor la inatención, avanza como el fuego, superando todo escollo grande o pequeño.

        Ya se dijo más arriba que el desarrollo de la atención genera energía, digamos que el ejercicio de la atención es una dinamo que nos capacita con un potencial dispuesto para usarse bien para superar los obstáculos que se comentaron en el verso 27 y que a su vez nos hace avanzar como el fuego para calcinar todos esos deseos que nos atan.

        32. El monje que se deleita en la atención y observa con temor la inatención, no es tendente a la caída. Está en presencia del Nibbana.

        En el Âpana Sutta se dice: “El seguidor ferviente del Noble Sendero se esfuerza, y perseverando en sus esfuerzos se vuelve atento, y permaneciendo atento se concentra, y manteniendo la concentración desarrolla la recta comprensión, y comprendiendo correctamente desarrolla fe verdadera, estando seguro de saber: -Aquellas verdades de las que antes sólo había oído hablar, ahora moro habiéndolas experimentado directamente dentro del cuerpo y las observo con visión penetrante”, (Âpana Sutta, S. XLVIII, -IV-, v. 10 -50-).

        Cuando se comienza el camino de la espiritualidad hay que estar dispuesto a hacer de nuestra vida una meditación, bien es verdad que de entrada esto no ocurre de la noche a la mañana, -requiere de un tiempo- para ajustar todo nuestro entorno, pero lo realmente importante es que no haya pausas, sino un continuo esfuerzo para establecer ese nuevo habito en nuestra cotidianidad.

        Los beneficios saludables ya los he descrito con anterioridad en este mismo boletín, en lo que me he querido centrar aquí es en la dimensión del crecimiento espiritual como individuo, da igual el credo que se procese; en una misma mesa puede haber una gran variedad de alimentos, cada cual escoge aquel que le nutra mejor y vaya más acorde con su naturaleza. Pero lo verdaderamente importante es el acto de introspección diaria.

        Espero que con estos dos artículos teniendo como base dos grandes tradiciones -la Védica y la Budista- haya aportado impulso y conocimiento bien para comenzar o seguir con la meditación.

Ishana Pérez.

Aiki - Publis del mes de Mayo de 2013.

          La Meditación, el Camino hacia el Ser, 1ª parte.

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